"...No le dejarás otra elección y el sentido de todo caerá por su propio peso,
rompiéndose en pedazos, en piezas de puzzle. [...] Será ese preciso momento
cuando dejes de entender y empieces a sentir; cuando dejes el puzzle
sin hacer porque comprendas que es así como se hace."



martes, 12 de octubre de 2010

Cenicientas.

Perdimos mucho gracias a ese inocente optimismo ¿eh? Y sin ese escudo, sacamos lo peor que llevamos dentro.

Penosos, nos arrastramos como reptiles nocturnos. No hay planes a largo plazo, sólo ilusiones que se derriten en el lienzo de nuestros pensamientos según las pintamos. Nos sobró mucho amor que dar, asíque traficamos con él para sentirnos queridos un rato. No pasa nada si se te va de las manos. Cuando amanece, el hechizo se rompe. Hemos ahogado el futuro en alcohol, y sólo nos queda un presente que no nos da tiempo a saborear.

Ultimamente parece que madurar es mirar hacia atrás, aceptar todo esto, y tratar de hacer algo que lo compense.

El problema empieza cuando sospechas que nada lo llegará a compensar nunca. Que siempre seremos el reflejo de los errores que cometimos.

No habrá nunca una segunda oportunidad para nada.

Y aunque la hubiera, sabes que esta mierda es lo mejor que te podría haber tocado.

lunes, 11 de octubre de 2010

Agujero negro.

Cloe se cansa de quejarse y se pregunta:

"¿Qué viene después?
¿Qué ocurre cuando no quedan más páginas en el libro?
¿Qué ocurre cuando ya no queda nada?"


Se ve que el mundo se hizo demasiado grande e implosionó.
Nos hemos quedado atrapados en el vacío.
¿Y qué coño pasa ahora? Aunque pudieramos volver a empezar ya nada sería igual. Volveríamos a cagarla. Puede que el tiempo no sea cíclico, pero tendemos a repetirlo todo como si alguien le diera la vuelta a la cinta continuamente. Lo peor es que nos da miedo que algún día deje de hacerlo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Fantasmas del pasado.

Cloe se había tomado unas vacaciones por su cuenta. Abandonó los trozos de sí misma que perdió, y trató de cubrir su ausencia con parches de colores que distrajeran las miradas ajenas. Consiguió sentirse más viva, y en definitiva, subirse el ánimo. Pero hasta ella sabía que lo que sube, algún día tiene que bajar. Y así como todo lo que va, vuelve, Cloe se encontró de nuevo ante esa verja, llamando al oxidado telefonillo del hospital.

Gradualmente había llegado el momento. Rodeada de los fantasmas del pasado, pasó de sentirse viva a sentirse más muerta que nunca. Atrapada en su carcomido cadáver, los días se volvieron monótonos. De día dormía y de noche lloraba. Empezó a odiar al mundo por ser mejor que ella. Después odió a su cerebro por no ser lo suficientemente inteligente, creativo e ingenioso. Odió a su corazón por iluso y estár siempre herido; a su cintura y sus piernas por no ser lo suficientemente delgadas. Su odio llegó a un punto en que se odió a sí mismo, y justo entonces fue consciente de que estaba peor que cuando ingresó por primera vez.

No regresó inmediatamente. No hasta que algunas personas notaron su estado de ansiedad e intentaron ayudarla con palabras. Pero aunque las palabras se agradecen, no sirven de nada si no consiguen convencer a una, es más, le hicieron sentir como si le otorgasen un premio que no se merecía y se sintió obligada a comunicarles el error que cometían siendo tan amables con ella. Sólo sirvió para darle otra pista de que algo iba mal, de que llevaba años envenenándose con su propia sangre.
Pero puede que gracias a esas palabras Cloe soñase aquello. Algo que temía profundamente y que no resultó ser una premonición como muchas otras veces, sino un recuerdo perturbador (escribió su pesadilla en un papel y me lo envió por correo, pero me pidió que no lo abriera hasta nuevo aviso). Por fin parecía haber llegado al más profundo pozo de petróleo de su subconsciente, la raíz de todos sus desequilibrios.
Y no supo cómo sacarlo.

Así que ahora mismo se encuentra ahí, en su reconstruida habitación, ordenando sus cosas en silencio mientras maquina algún plan con el que ayudarse a sí misma o destruirse un poquito más (todo depende de en qué lado del espejo te encuentres observando) y esperando que el personal del hospital esté ahí para animarla o detenerla, porque definitivamente ha perdido el control, y necesita tiempo para aclararse antes de recuperarlo.

sábado, 3 de julio de 2010

Carta de huída.

Querido visitante:


Una vez más me despierto llena de miedo, inmóvil en una esquina de la cama del hospital como una niña pequeña que no se atreve ni a llamar a su madre por si su desesperado grito despierta a los monstruos de debajo del colchón. Una vez más, el frío de las baldosas resulta más frío que nunca.


He estado pensando en convertirme en una piedra. Un obstáculo en el universo. Un elemento entorpecedor para el resto de habitantes. No volveré a estremecerme con una caricia; sonreiré pero no sentiré el calor de mi sonrisa; no voy a llorar, las piedras no lloran.


No quiero pensar en nadie más que en mi, y no de una forma egoísta. Quiero estar sola en mi burbuja. Quiero acelerar el tiempo. Quiero desaparecer, huir para poder regresar. Quiero respirar, y cerca de ti me ahogo: acaparas todo el aire.


Vuelvo a sentirme en "El país de las últimas cosas". Si lo único que queda es esa tendencia a la destrucción, creo que voy a huir. Recoger todos los pedazos de mí que hayan quedado por el suelo y huir antes de que este lugar se derrumbe también.




Cloe.

lunes, 28 de junio de 2010

Defectuosa.

Pobrecita, estaba mal hecha y no tenía remedio.
Tuvo que seguir viviendo con todos sus defectos.


En realidad no había tardado mucho en darse cuenta. Desde que era pequeña era consciente de que algún cable estaba cruzado en su complicado organismo, de que faltaba o sobraba alguna pieza. Buscó en toda caja de herramientas, en ideas, en refranes, incluso en vidas ajenas algún modo de sentirse mejor. La envidia no sirvió de nada. Allá a donde mirara habia siempre belleza escondida en algún recoveco. Y así, lo único que encontró fue la implacable verdad. Lo peor es que sobrevivió al golpe y tuvo que seguir viviendo con todos sus defectos.


sábado, 22 de mayo de 2010

Pequeño intruso.

Ni los médicos ni los pacientes habían advertido la presencia de aquel crío en el hospital, y ahora yacía muerto bajo los escombros de la habitación de Cloe. Nadie sabía su nombre, ni tampoco si ya estaba muerto cuando las vigas se vinieron abajo. Gracias a una libreta que encontraron en uno de sus bolsillos, pudieron saber que llevaba por lo menos 1 mes escondido en un hueco entre la segunda y la tercera planta, y que intentaba hacer pequeñas expediciones a la cocina una vez por semana.

Entonces se dibujó en la cara de Cloe un gesto de preocupación mucho más sincero que el del resto. Había estado escuchando el techo crujir varias noches el último mes. Sabía que las vigas de su habitación eran demasiado antigüas y estaban podridas, pero nunca pensó que el techo pudiera venírsele abajo por culpa de un mocoso que se había instalado ahí arriba. Seguramente el desconocido engordó demasiado con tanta visita a la cocina y finalmente el suelo cedió a su peso. De todas formas no pudo evitar sentirse culpable. El pequeño intruso había despertado en ella un inevitable instinto maternal y pensó que podía haber subido ella misma a averigüar qué pasaba, en vez de esperar cómodamente a que la madera se rindiera ante la fuerza de la gravedad.

La autopsia fue necesaria. Y sorprendiendo a todos los presentes, Cloe se ofreció para ayudar. Era sabido que sentía pavor hacia estas cosas. Solo con ver la sangre se mareaba, y el hecho de estar ante un cuerpo sin vida le hacía caer en un extraño estado de tristeza y desesperanza absurda que todavía los médicos no habían conseguido controlar. Quizá le recordaba dolorosamente al tiempo pudriéndolo todo a su paso, el inevitable fin de las cosas. O quizá simplemente le daba mucho asco. Esta vez se armó de valor y quiso comprobar lo qué había fallado en aquel cuerpecito. Pero el valor no fue suficiente para encarar lo que se le vino encima. Cada vez que el forense extraía uno de sus órganos para inspeccionarlo, Cloe sentía como se le derretían las entrañas, mezclandose y tratando de trepar por su garganta. Hubiera gritado 'basta', pero de alguna forma no quería parar hasta encontrar la causa de la muerte, y no se si fue por la adrenalina del momento pero no le importaba el precio. Organo tras órgano llegaron al corazón. El forense lo alzo en alto para que todos lo vieran, y aunque aún desprendía calor, todos pudieron observar que estaba inmóvil. Terminó la autopsia y Cloe deliraba en una esquina de la sala. Pidió quedarse a solas con el cadáver un rato más, y cuando la sala se hubo quedado vacía, se levantó y se asomó al pecho del pequeño fallecido.
De pronto, 'Tic - tac'.
Latió como si de un reloj se tratara. Como si intentase recuperar todos los segundos que llevaba de retraso... Alcanzar al tiempo presente para no quedarse atrás.
'Tic - tac', otra vez. Era real, estaba segura.

Aún estaba vivo.

Pero tengo entendido que igualmente le enterraron y nadie llegó a saberlo.

martes, 4 de mayo de 2010

El poder de la casualidad.

Reconozco que me gustan los sustos que da, las situaciones incómodas en las que a menudo nos abandona, y también las oportunidades que brinda cuando menos lo esperamos . Es como encontrar cierto orden en el caos, como un atisbo de que todo esta conectado en realidad. Como si hubiera un montón de conexiones que no vemos con claridad, solo en ciertas ocasiones, cuando el sistema se avería momentáneamente y huye la casualidad. Es una fugitiva muy especial que se esconde, y cuando la encuentras puede hacerte sentir la persona mas afortunada o desafortunada del mundo en cuestión de segundos, e incluso en muchos casos cambiarte la vida. Qué poderosa es ¿no?
Pensar que cada ínfimo detalle influye en el desarrollo del próximo acontecimiento, y por lo tanto, en todos los que le prosigan, aumentando exponencialmente las posibles opciones de futuro. Es por eso que no podemos conocer el futuro ¿no? A no ser que aprendamos a manejar el presente nunca sabremos que vendrá después. Sólo podemos hablar de probabilidades y eso nos pone muy nerviosos. Nos da mucho miedo ¿verdad?

Pero volviendo al tema de lo poderosa que puede llegar a ser la casualidad, pondré un ejemplo:


  • Busca dentro de un recinto a alguien, o incluso a varias personas concretas, de entre 30.000 y no encuentras a ninguna de ellas.
  • Ahora no busques a nadie. Quédate de pie tranquilamente y de entre esas 30.000 personas puede que tengas a tu lado a la persona que menos te esperabas.

Podría haber estado a mi lado cualquier desconocido en ese momento, pero no, estaba ese conocido, el cual ni siquiera se percató de que le estaba mirando. Es curioso pensar que si no hubiera mirado a mi izquierda en ese momento ni me hubiese dado cuenta. Y también es curioso pensar que cuando hayas buscado a alguien y no lo hayas encontrado puede que haya sido porque no miraste al lado correcto en la fracción de segundo correcta. El momento y el lugar donde se encontraba escondida esa puta fugitiva, mostrándote un camino alternativo que nunca tomáste. Game over. No la atrapaste en esta partida y ya nunca sabrás lo que hubiera pasado.

Puede que le de demasiada importancia, pero me gusta. Me gusta pensar en un caos regido por un orden que nunca nadie terminará de entender.

lunes, 19 de abril de 2010

Cuando despierte...

- Cuando despierte, empezará escribiendo palabras llenas de sentido y coherencia. De esas que te encantan porque el conjunto de ellas en un texto te transmite un mensaje completo y directo, en un código universal, sin metáforas o dobles sentidos que conduzcan a la confusión. Con el tiempo esas palabras cambiarán, como todo. La habrás besado, y su significado quedará obsoleto adquiriendo uno nuevo. Ante tal hecho, quedará un mensaje incomprensible, asíque tendrá que quitar algunas palabras y poner otras nuevas para que el nuevo mensaje se entienda. Pero para entonces, ya la habrás observado de cerca, como comprobando que es cierto que está ahí. Como queriéndo impregnar esa imagen en tus retinas porque sabes que en cuestión de minutos ya no estará, y que existe la posibilidad de no volverla a ver. No le dejarás otra elección, y el sentido de todo caerá por su propio peso rompiendose en pedazos, en piezas de puzzle. Será entonces cuando empiecen a colarse metáforas entre las frases que escriba. Se colarán mariposas en sus textos que treparán como enredaderas por esas palabras ya vacías, ya inútiles para describir el mundo. Será entonces cuando empiece a crear frases sueltas que no parezcan querer decir nada concreto, de esas que odias porque al poder querer decir tantas cosas no te dicen nada, y se quedan mudas. Pero entonces espero que no las odies porque ese absurdo resultará ser el espejo de la maraña de pensamientos que albergue tu cabeza, esa que inevitablemente te hace estremecer sin explicación. Será ese preciso momento cuando dejes de entender y empieces a sentir; cuando dejes el puzzle sin hacer porque comprendas que es así como debe hacerse.
- ¿Y qué pasará cuando no entienda lo que escriba?
- Que, entonces, seguramente esté escribiendo sobre ti.

domingo, 4 de abril de 2010

Restauración de edificio abandonado en circo monstruoso.

Comienza la demolición.
Cae un pedazo de esta pared, otro de aquella. Todo apunta a que el techo pronto se nos va a caer en la cabeza, aplastando cada una de nuestras ideas, esquemas o pequeños pensamientos que teníamos sobre las cosas que creíamos conocer.
Pronto no quedarán más que escombros.
Está bien, escombros no. Pongamos que todo se queda en un edificio gris de paredes destrozadas, cortinas rotas ondulando al viento y muebles viejos hechos polvo.
- Life's a circus & we're just the clowns in it. -dijo Cloe una vez.
Y tenía razón.
Poco después hemos convertido ese edificio en un circo.
Nos hemos pintado las caras como payasos, hemos encendido todos los focos y nos hemos lanzado al centro de la pista a humillarnos los unos a los otros con mentiras y traiciones
mientras un público imaginario se rie sin piedad.
Pero, ¿sabes qué?
La misma función no puede tener éxito eternamente.
Y eso es casi lo peor.
Parece que siempre hay una nueva forma de que el espectáculo continue.




viernes, 12 de marzo de 2010

Declaración desesperada.

"Las historias sin final no pueden hacer otra cosa que continuar eternamente, y verse atrapado en una de ellas significa que morirás antes de haber interpretado tu papel hasta el final."
La habitacion cerrada (Paul Auster)


Así se sentía Cloe. Lo único que estaba claro era que no estabas con ella. Eso significaba que podrías estar en cualquier lugar, y sin embargo ella sabía que estabas en esa habitación aunque nadie se lo dijera. Igual que hizo Paul Auster con Fanshawe, te encerraste en esa habitación. Y sí, la situación era absurda, con ella intentando comunicarse con un hombre a través de una puerta que nunca volvió a abrirse. Se empeñó en conocerte con un muro entre los dos, y mira en lo que se ha convertido. Si somos lo que hacemos, cada segundo que pasa su existencia se hace más absurda.

Esta es su historia sin final. Ese día empezaste a morir para ella, pero nunca sabrá cuando terminaste de hacerlo. Y es por eso que aunque se cansó de gritarte estupideces, todavía sigue sentada apoyada en esa puerta.

Espero que esta sea la última vez que tenga que hablar de esto.

- Pero en las historias sin final nunca es la última vez, ¿recuerdas?