"...No le dejarás otra elección y el sentido de todo caerá por su propio peso,
rompiéndose en pedazos, en piezas de puzzle. [...] Será ese preciso momento
cuando dejes de entender y empieces a sentir; cuando dejes el puzzle
sin hacer porque comprendas que es así como se hace."



sábado, 22 de mayo de 2010

Pequeño intruso.

Ni los médicos ni los pacientes habían advertido la presencia de aquel crío en el hospital, y ahora yacía muerto bajo los escombros de la habitación de Cloe. Nadie sabía su nombre, ni tampoco si ya estaba muerto cuando las vigas se vinieron abajo. Gracias a una libreta que encontraron en uno de sus bolsillos, pudieron saber que llevaba por lo menos 1 mes escondido en un hueco entre la segunda y la tercera planta, y que intentaba hacer pequeñas expediciones a la cocina una vez por semana.

Entonces se dibujó en la cara de Cloe un gesto de preocupación mucho más sincero que el del resto. Había estado escuchando el techo crujir varias noches el último mes. Sabía que las vigas de su habitación eran demasiado antigüas y estaban podridas, pero nunca pensó que el techo pudiera venírsele abajo por culpa de un mocoso que se había instalado ahí arriba. Seguramente el desconocido engordó demasiado con tanta visita a la cocina y finalmente el suelo cedió a su peso. De todas formas no pudo evitar sentirse culpable. El pequeño intruso había despertado en ella un inevitable instinto maternal y pensó que podía haber subido ella misma a averigüar qué pasaba, en vez de esperar cómodamente a que la madera se rindiera ante la fuerza de la gravedad.

La autopsia fue necesaria. Y sorprendiendo a todos los presentes, Cloe se ofreció para ayudar. Era sabido que sentía pavor hacia estas cosas. Solo con ver la sangre se mareaba, y el hecho de estar ante un cuerpo sin vida le hacía caer en un extraño estado de tristeza y desesperanza absurda que todavía los médicos no habían conseguido controlar. Quizá le recordaba dolorosamente al tiempo pudriéndolo todo a su paso, el inevitable fin de las cosas. O quizá simplemente le daba mucho asco. Esta vez se armó de valor y quiso comprobar lo qué había fallado en aquel cuerpecito. Pero el valor no fue suficiente para encarar lo que se le vino encima. Cada vez que el forense extraía uno de sus órganos para inspeccionarlo, Cloe sentía como se le derretían las entrañas, mezclandose y tratando de trepar por su garganta. Hubiera gritado 'basta', pero de alguna forma no quería parar hasta encontrar la causa de la muerte, y no se si fue por la adrenalina del momento pero no le importaba el precio. Organo tras órgano llegaron al corazón. El forense lo alzo en alto para que todos lo vieran, y aunque aún desprendía calor, todos pudieron observar que estaba inmóvil. Terminó la autopsia y Cloe deliraba en una esquina de la sala. Pidió quedarse a solas con el cadáver un rato más, y cuando la sala se hubo quedado vacía, se levantó y se asomó al pecho del pequeño fallecido.
De pronto, 'Tic - tac'.
Latió como si de un reloj se tratara. Como si intentase recuperar todos los segundos que llevaba de retraso... Alcanzar al tiempo presente para no quedarse atrás.
'Tic - tac', otra vez. Era real, estaba segura.

Aún estaba vivo.

Pero tengo entendido que igualmente le enterraron y nadie llegó a saberlo.

martes, 4 de mayo de 2010

El poder de la casualidad.

Reconozco que me gustan los sustos que da, las situaciones incómodas en las que a menudo nos abandona, y también las oportunidades que brinda cuando menos lo esperamos . Es como encontrar cierto orden en el caos, como un atisbo de que todo esta conectado en realidad. Como si hubiera un montón de conexiones que no vemos con claridad, solo en ciertas ocasiones, cuando el sistema se avería momentáneamente y huye la casualidad. Es una fugitiva muy especial que se esconde, y cuando la encuentras puede hacerte sentir la persona mas afortunada o desafortunada del mundo en cuestión de segundos, e incluso en muchos casos cambiarte la vida. Qué poderosa es ¿no?
Pensar que cada ínfimo detalle influye en el desarrollo del próximo acontecimiento, y por lo tanto, en todos los que le prosigan, aumentando exponencialmente las posibles opciones de futuro. Es por eso que no podemos conocer el futuro ¿no? A no ser que aprendamos a manejar el presente nunca sabremos que vendrá después. Sólo podemos hablar de probabilidades y eso nos pone muy nerviosos. Nos da mucho miedo ¿verdad?

Pero volviendo al tema de lo poderosa que puede llegar a ser la casualidad, pondré un ejemplo:


  • Busca dentro de un recinto a alguien, o incluso a varias personas concretas, de entre 30.000 y no encuentras a ninguna de ellas.
  • Ahora no busques a nadie. Quédate de pie tranquilamente y de entre esas 30.000 personas puede que tengas a tu lado a la persona que menos te esperabas.

Podría haber estado a mi lado cualquier desconocido en ese momento, pero no, estaba ese conocido, el cual ni siquiera se percató de que le estaba mirando. Es curioso pensar que si no hubiera mirado a mi izquierda en ese momento ni me hubiese dado cuenta. Y también es curioso pensar que cuando hayas buscado a alguien y no lo hayas encontrado puede que haya sido porque no miraste al lado correcto en la fracción de segundo correcta. El momento y el lugar donde se encontraba escondida esa puta fugitiva, mostrándote un camino alternativo que nunca tomáste. Game over. No la atrapaste en esta partida y ya nunca sabrás lo que hubiera pasado.

Puede que le de demasiada importancia, pero me gusta. Me gusta pensar en un caos regido por un orden que nunca nadie terminará de entender.